Entrevista a Juan Bardal, nuevo entrenador del Juvenil A.
- ¿Cómo afrontas este nuevo reto?
Con mucha ilusión, mucha humildad y mucha pasión. Es un reto complicado pero muy bonito
- ¿Qué significa para ti, pasar a ser el entrenador de este equipo?, ya que antes eras el segundo entrenador.
Un gran desafío. Desde mi punto de vista hay un grupo humano y deportivo fantástico, con un potencial muy grande, y con una competencia tanto interna como externa grande. Yo tengo claro el equipo que me han dado, porque sé lo atractivo y el cartel que tiene el Juvenil A de la CyD Leonesa, por eso mi ilusión y mis ganas son máximas. Los retos grandes siempre requieren de esfuerzos grandes.
- ¿Lo esperabas?
La verdad que no, fue un sorpresa para mí.
- ¿Qué esperas aportarle al Juvenil A?
Los chicos tienen grandes cualidades individuales, ahora, la dificultad y mi responsabilidad es que entiendan el juego para poder poner esas capacidades al servicio del grupo y convertirnos en un equipo con una mentalidad y una actitud voraz.
- ¿Qué esperas del Juvenil A?
Una progresión individual y colectiva que les permita crecer tanto humana como deportivamente para tratar de conseguir el objetivo del ascenso. Eso sí, necesitamos ir consiguiendo retos pequeños que nos acerquen al grande. Creo que debemos centrarnos en hacer bien las cosas en el día a día para ir mejorando, pero sabiendo que hemos apostado por algo muy importante.
- ¿Cambia mucho tu relación con los jugadores?
Nada, además, esa es mi intención. Parto de una idea, ellos siguen siendo los mismos chicos y yo la misma persona. Antes estaba muy cerca de ellos y no me pienso alejar ni un solo milímetro. Siempre les digo que me tiene para lo que necesiten.
- ¿Cómo ves la reacción del equipo tras el cambio de entrenador?
A nivel de actitud, esfuerzo, voluntad y resultados muy buena, pero a mí lo que hemos conseguido en estos 2 partidos no me vale. No tengo una venda en los ojos, podemos, debemos y tenemos que conseguir ser mejor equipo.
- El hecho de conocer al grupo de primera mano, ¿Es una ventaja?
Totalmente. A mí nadie me puede contar lo que sienten estos jugadores, como entrena y compite este grupo o como piensa cada uno de ellos porque lo he vivido desde el minuto uno de la temporada. Dadas las circunstancias de estar la competición ya en marcha, me ha facilitado mucho las cosas para la toma de decisiones tanto en entrenamientos como en partidos.
- ¿Qué crees que le faltaba al grupo para no terminar de alcanzar el objetivo fijado a principio de temporada? ¿Cómo haces para aportar aquello que necesitaba el grupo?
Le faltaba mucha alegría, yo a muchos jugadores les notaba coartados. Son chicos que, con esas edades, necesitan poder expresarse, acertar y fallar, tanto en el campo como en el vestuario, para ir superando sus propias dudas y miedos. Soy un persona inflexible con el esfuerzo, pero sé lo difícil que es acertar en lo técnico. Por eso, dentro de un modelo de juego, de situaciones trabajadas y de una cierta lógica, me gusta que ellos mismos tomen sus propias decisiones con balón, que se sientan libres.
- ¿Qué mensaje le trasmites a los jugadores?
Siempre les digo que solo van a ser capaces de conseguir cosas grandes desde la humildad. La autocomplacencia, el conformismo o la falta de autocrítica impiden que las personas progresen. Eso en el deporte en general, y en el fútbol profesional en particular, o no te permite entrar o te saca de la rueda.
- ¿Cuál es el objetivo fijado de aquí a final de temporada?
Tratar de ganar el máximo número de partidos para poder conseguir el ascenso.
- ¿Cambia mucho el grupo tras los cambios efectuados en invierno?
Poco, solo tenemos dos jugadores nuevos. El grupo ya era muy bueno, así que yo le dije al club que no hacían falta muchos cambios. Los dos jugadores que han venido se han adaptado de maravilla, y además, han aumentado el nivel de competitividad dentro del grupo sin alterar el clima del vestuario, que para mí, es vital.
- Como entrenador, ¿te apoyas en tu experiencia como futbolista o son dos ámbitos más diferentes de lo que parecen?
Por supuesto que me apoyo en mi experiencia como futbolista. Ser jugador es mil veces más difícil que ser entrenador. Si a un entrenador le pitan, su corazón no sube ni tres pulsaciones, ahora cuando llevas el 8 a la espalda, la historia es otra. A mí no me gusta el «porque lo digo yo», los protagonistas de cualquier deporte son los jugadores, por eso yo trato de darles soluciones, situaciones y posiciones en las que se sientan cómodos dentro de un orden y del propio dinamismo del juego.