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Recuerdos de Culturalismo: «La ilusión que nos une»

Hace unos días hablábamos de las emociones que despierta la vuelta a la rutina futbolera, quizás la más sana de las rutinas posibles. Con todo lo que retorna, vuelven también los recuerdos del culturalismo, y vuelven cargado de ilusión, emoción, añoranza y recuerdo. ¿Para qué? Para lo que sirven los recuerdos, para revivir lo bueno, aprender de lo malo y sobre todo, valorar lo que tenemos, la suerte que tenemos de ser parte de la Cultural y Deportiva Leonesa.

Toda esa ilusión que cada verano nos une tiene un reflejo físico: el carné de socio. Desde que se instituyera en tiempo inmemorial, si existe un ritual sagrado para el amante del deporte rey es la renovación del abono. Es reafirmar un compromiso, renovar contrato con el Club de los amores, reencontrarse con las penas y alegrías del ayer, y con la ilusión y la sonrisa del mañana. Otras personas lo firman por primera vez, quieren iniciar esta relación con una parte de ellos mismos que no habían desarrollado hasta entonces. Y otros, por las circunstancias que fueran no pudieron renovar dicho compromiso en su día, queriendo ahora recuperar el tiempo perdido.

¿Quién no ha mirado alguna vez su nuevo abono y se ha permitido soñar? Observándolo detenidamente esperando que «este sí sea el año», imaginando las grandes tardes que se vivirán en el Reino, lo que dará que hablar, las inagotables ganas de lo que está por venir, tantas y tantas cosas?

Los tiempos del antiguo carné de cartón terminaron, ya no están aquellas míticas cartulinas que se tenían que plastificar para evitar romperlos en un momento de pánico de esos que había en La Puentecilla, tampoco están aquellas obligaciones de renovación mensual, ni las asambleas de socios a las que daban derecho aquellos cachos de papel; y sin embargo la ilusión es exactamente la misma.

Aquellas cartulinas en las que se «ticaba» el número del partido que ibas a ver no murieron hace mucho, pues alguna llegó a haber en el propio Reino, entonces Nuevo Amilivia. Pero los tiempos cambian y ahora toca la tarjeta de código de barras, que pese a esa modernidad, evoca la misma ilusión que hace décadas. Ahora tocan los tiempos de presumir de carné en Facebook, Instagram y Twitter. ¿Y quién no ha intercambiado la foto del carnet con ese amigo del alma socio de la Ponferradina que todos tenemos?

Ahora queridos y queridas culturalistas, os pregunto, ¿habéis renovado ya vuestro contrato con la ilusión? Y si no lo teníais el año pasado, ¿habéis pasado ya a firmar el contrato con esta parte de vosotros? Si la respuesta es positiva, bienvenidos de nuevo, de lo contrario? ¡A qué esperáis, si lo mejor está por venir!

Rodrigo Ferrer Diez