Recuerdos del Culturalismo: Raúl Álvarez Lozano, recuerdo de nuestro mejor día.

Todos los museos del mundo tienen una «obra del mes» o una estrella,  algo por lo que merece la pena entrar, aunque sea para contemplar una sola de las miles de piezas que puede albergar el templo del saber en cuestión. Si la Cultural fuera un museo, una de ellas sería Raúl Álvarez Lozano. Raúl es el último superviviente de aquella gesta rubricada el 11 de septiembre de 1955, día en el que nuestra Cultural, día en que nosotros, todos los hombres y mujeres que alguna vez hemos llevado marcado el escudo de la Cultural a fuego en el corazón, debutamos ante el Alavés en Primera División, hace ya 61 años.

Raúl dio sus primeras patadas a un balón en el mal llamado campo de San Mamés (recordarán los menos jóvenes que llamar a aquel barrizal «campo de fútbol» es demasiado generoso). El frio y el barro le llevó en su etapa juvenil a lo más ilustre que puede alcanzar un deportista: defendió los colores patrios en Madrid ante Bélgica. Su talento le hizo destacar en el Júpiter Leonés. Allí se forjó la leyenda gracias a sus goles en un equipo que, según me pudo contar una fría mañana de 2012, arrastraba mucho público y cariño al estadio de El Ejido.

Su talento no se escapó a Román Galarraga y Antonio Amilivia, incorporándose a la Cultural de Primera División con la temprana edad de 18 años. Era el benjamín de aquel equipo y aún así disfrutó de muchos minutos en la élite nacional. Gracias a él, los que hemos venido después, hemos sabido de lo complicado que podía ser convivir con el fútbol profesional en aquella capital del Reino de León a mediados de los años 50. Camisetas mojadas en invierno, duchas frías, equipamiento mínimo? pero por encima de todo, aquellas carencias eran suplidas por una ilusión sin precedentes.

Fuera de León tuvo una breve aventura amorosa con el Fútbol Club Barcelona nada menos, sin embargo aquella relación no cuajó y Raúl volvió a su ciudad natal. Durante los años 60 volvió a enfundarse la impoluta elástica culturalista, pero eran otras circunstancias, entre la Segunda y Tercera División, los ecos de la gloria alcanzada en 1955 no fue suficiente para mantener a salvo aquel presente.

60 años después de todo aquello aún guardarnos con celo el recuerdo de aquellos días, de aquel momento en que León estaba de moda, y es que, guste el fútbol o no, y aun habiendo prioridades más importantes, a todos nos gusta sentirnos de vez en cuando importantes, también a las ciudades, y de la vez que más importante se sintió esta ciudad, él es el último recuerdo que nos queda.

Pero amigo lector, ¿sabes que es lo mejor de todo esto? Qué aparte de lo que pudiera significar jugar en la Cultural en Primera, fichar por el Barça o lo que fuera, Raúl Álvarez Lozano es una de las personas más maravillosas e inspiradores que quien escribe y suscribe se ha podido encontrar jamás en este mundo, y eso es lo que hace tan sumamente valiosa esta pieza del museo del Culturalismo que todos formamos. 

Rodrigo Ferrer Diez