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Conocemos a…Abel Mourelo

La práctica del fútbol y el taekwondo formaron parte de su día a día desde los seis años hasta que decidió mudarse a Santiago para estudiar Biología, momento en que pasó a los banquillos y empezó a formarse en el mundo del fútbol. Siete años inolvidables en la capital gallega en la que «descubrí mi pasión por el fútbol en el Conxo gracias a mi padre deportivo, José López Canosa. Él me ha moldeado como entrenador, mi forma de ver el fútbol y con el que pude dar el salto a la SD Compostela», equipo en el que conoció de primera mano el fútbol semi-profesional y profesional en la temporada que formó parte del filial compostelano.

En el 2003 volvió a Barcelona formando parte del staff técnico del Premiá,  Sant Andreu, Mataró, «cuatro temporadas con los juveniles en las que conseguimos un ascenso a División de Honor y dos años haciendo la mejor campaña del juvenil en esa categoría; sigo siendo socio y es un Club que sigo llevando muy dentro» y Badalona «dentro de mis funciones era el análisis del rival y propio, así como asistente del primer entrenador. Eso me ayudó a conocer la categoría,  el mercado, el juego y reemprender el contacto con Rubén de la Barrera.»

Trabajo en los banquillos que compaginaba con su labor como biólogo y con la docencia en Cenafe Barcelona «dentro del área de metodología y análisis del juego.» Período en el que uno de sus alumnos «escogió un tema relacionado con metodología y con táctica para su Trabajo Final de Grado, lo presentó en una editorial, se lo publicaron como libro y me pidió que escribiera el prólogo.»

El destino hizo que volviera a cruzarse en su vida Rubén de la Barrera, al que conoció en su etapa santiaguesa, y que ambos recalaran en la Cultural y Deportiva Leonesa. Su rol como segundo de a bordo «es intentar que Rubén sea mejor desde que acaba una sesión hasta que empieza la siguiente. Algo que es más fácil cuando el ambiente dentro del staff técnico es «brutal. Es gente joven con ganas de aportar, de hacer las cosas bien y con una calidad humana enorme.» Una unión y compañerismo que le ayudaron a vivir momentos importantes esta temporada al frente del equipo con más confianza, partidos que vivió con «con una responsabilidad enorme sabiendo que el equipo es imagen y semejanza de su entrenador y que es imposible ser Rubén.»

Además del apoyo de sus compañeros de equipo, en el día a día cuenta con el aliento incondicional de su familia, porque «aunque no estén, los siento siempre y los tengo muy presentes.» Con ellos comparte otra de sus pasiones, el baloncesto. Deporte que durante su etapa  «como docente de táctica y análisis del juego he intentado transmitir. Hay alumnos que cogieron el testigo y realizaron su TFG buscando un nexo de unión entre el fútbol y el baloncesto a nivel de contenidos y aspectos tácticos, teniendo como resultado la posibilidad de aplicar diferentes razonamientos del fútbol en el baloncesto y viceversa. No me veo entrenando, sino en la grada animando a mi hijo.»

¿Su futuro? «Una vez que mi papel en el staff técnico de Rubén termine el fútbol finalizará para mí y volveré a volcarme en la biología.» Mientras ese momento llega compagina el banquillo leonés con «un pequeño proyecto de calidad ambiental de aguas marinas portuarias en los puertos dependientes de la Generalitat. Cada dos meses realizo un muestro de 48 horas recorriendo los puertos de la costa catalana recogiendo las muestras correspondientes, se analizan y se entregar las conclusiones» y disfruta del fútbol, «un ámbito en el que encuentro un crecimiento personal enorme» y que vive con gran pasión.