La Cultural de los sueños

Diez años tenía yo. Primer domingo de enero de 1972. Una nevada impresionante o que a mí me pareció y recuerdo como imponente, casi arruina el insuperable plan de acudir de la mano de mi padre, entonces, ahora y siempre culturalista, al desaparecido estadio de la Puentecilla, unos meses antes rebautizado con el nombre de Antonio Amilivia.

Cultural-Zaragoza. Era la jornada 16 y una Cultural recién ascendida sorprendía a propios y extraños desde el segundo puesto de la apenas estrenada categoría de Segunda división, por detrás del Castellón, líder en aquel momento, y por delante precisamente del Zaragoza.

Brigadas de operarios habían trabajado toda la mañana espalando nieve y amontonándola en los márgenes del terreno de juego para garantizar la disputa del partido a la hora prevista: las cinco de la tarde.

Como tantos otros guajes, sabía y recitaba de carrerilla la alienación de mi vida: Bernardo en la portería.  Atrás Godoy, Maño y Herminio. Piñán-Roldán en la media. Y por delante Ovalle, Villafañe, Marianín, Larrauri y Zuazaga.

La tarde era fría y apasionante, pero bastaron unos pocos minutos que mí me parecieron un abrir y cerrar de ojos para que tres goles del Zaragoza helaran el corazón de los trece mil aficionados que abarrotábamos las gradas de nieve pisoteada. 0-3. Por poco tiempo. Marianín antes del descanso, Maño apenas comenzado el segundo tiempo y de nuevo el Jabalí del Bierzo empataron el encuentro y desataron la locura en la afición.

3-3, dos goles anulados a la Cultural y un arbitraje que recuerdo como muy anti casero y que, en fin, eran otros tiempos, provocaron algunos bolazos de nieve desde las gradas con el árbitro y algunos jugadores del Zaragoza en la diana. Alguna severa reprimenda me cayó.

La Cultural acabó la temporada en una más que digna quinta posición y el Zaragoza regresó a Primera desde el tercer puesto en compañía del Oviedo, líder, y del Castellón. Pero si traigo a colación aquella tarde heroica no es porque quedáramos quintos o diéramos la campanada aquella temporada antes de volver a Tercera en la siguiente. Si no por la electricidad que aquella plantilla, la conexión con los aficionados, la confianza de unos y otros, la esperanza y la fe en un gran destino.

La misma electricidad, la misma conexión, a pesar del coronavirus, la misma confianza, idéntica esperanza y la misma fe en superar el obstáculo del Alcoyano Deportivo el próximo 19 de julio en Marbella y los dos siguientes hasta recuperar el sitio perdido en la División de plata del fútbol español.

En enero cayó en Copa del Rey el poderoso Atlético del Cholo Simeone. La Cultural había eliminado antes a Las Rozas y al Huesca y sólo cayó en la tanda de penaltis ante el último campeón, el Valencia, en octavos de final. Soñamos en Copa como soñamos ahora. Entonces el rendimiento fue fabuloso. Ahora también. La Cultural de los sueños. A por ellos.

Óscar Campillo