Recuerdos de Culturalismo: Un verano de los de antes

El interés que mostramos por nuestra historia futbolística, aún siendo tan característica de esta Cultural, no es algo único. Las gentes de la Región Leonesa somos muy celosos de nuestro pasado y muy orgullosos de nuestra herencia, somos un pueblo acostumbrado a preguntarnos como eran las cosas antes. Entonces, ante el apretado calor del mes de agosto nos haremos una pregunta, ¿cómo eran las pretemporadas de antes? Cuando Rubén de la Barrera tomó las riendas de la Cultu, comenzó a tocar el balón desde el primer día, y entre medias, rivales de dispar categoría pensando siempre en el Tudelano y hasta si me apuran, en la Copa del Rey.

Esta es una pretemporada atípica respecto a lo que pasaba antes. Hace unos días, el Real Betis recordaba en su web cómo la pretemporada de la 1978-1979 se recuerda en Heliópolis porque tardaron nada menos que nueve días en tocar el balón. Y es que eso eran las pretemporadas de antes, físico y carreras, carreras y físico (sin el calor de Sevilla, pero aún así un auténtico infierno). El primer entrenamiento era una fecha señalada, además era normal que fueran entrenamientos conjuntos con el filial, casi siempre con el Antonio Amilivia como escenario.

Y los partidos tampoco tenían mucho que ver. Hace décadas, los torneos de verano gozaban de un especial valor. Quizás los años 70 sea una década que podría llamarse la “edad de oro” de las pretemporadas. Y es que torneos como el Víctor de Felipe, el Torneo de la Galleta de Aguilar de Campoo o el Ciudad de Benavente eran fechas señaladas al enfrentarse equipos de gran simpatía y excelente nivel.

Eran auténticas pruebas de fuego para la temporada que estaba por venir. ¿De dónde venía esa importancia? Quizás por algo que en los “agostos” recientes se ha perdido, el honor. Ahora es impensable que la Cultural se juegue su honor y prestigio ante el Real Valladolid (por ejemplo) un 13 de agosto. Pero si en vez de 2016 el reloj corriera 40 años atrás y por medio estuviera uno de esos trofeos? otro gallo cantaría.

A ello hay que sumarle que en muchas ocasiones la propia Copa del Rey comenzaba este mes. Igual que la cita que nos espera en Laredo, venían partidos en Astorga o Bembibre, con la diferencia de que la liga empezaba en septiembre, por lo que aquellos partidos parecían estar en un limbo entre lo amistoso y lo oficial.

De aquellas pretemporadas en las que, además de preparación y buen punto se buscaba prestigio apenas queda nada. Ya ni los Ramón de Carranza o Teresa Herrera mantienen aquella esencia. De todas formas, volvamos al presente y pensemos que en esta retahíla de amistosos sirva para que los chicos de De la Barrera nos den buenas alegrías durante los fríos meses de competición, que al fin y al cabo es para lo que sirve esta larga espera.

 

 

Por Rodrigo Ferrer Diez

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