Excomunión. Esta era la peor palabra que podían escuchar los temerosos hombres y mujeres que habitaron nuestra tierra durante la Edad Media. Y fue precisamente lo que le sucedió a nuestro rey Alfonso IX en 1191 tras pactar con tropas musulmanas el ataque al rey castellano Alfonso VIII. ¿En motivo? Las constantes intromisiones castellanas sobre el territorio leonés. La «zona más caliente» no fue otra que la conocida como «Campos Góticos». Los sucesivos tratados habían estipulado vagas fronteras entre ambos estados, estableciendo como tal lo comprendido entre los ríos Cea y Pisuerga.
Con todos estos antecedentes, la influencia leonesa fue tan fuerte en esta zona que aún llegando a pertenecer en su mayoría a Castilla, durante toda la Edad Moderna se le consideró parte del Antiguo Reino de León, lo que a su vez explica que, mientras en 1833 la Región Leonesa quedaba delimitada por las provincias de León, Zamora y Salamanca, hubiera quien además estudiara en esta a las de Valladolid y Palencia.
Esa conexión social y cultural se hizo más grande con la construcción del ferrocarril que en el siglo XIX acercó las capitales de León y Palencia. Entonces el balón y las botas sustituyeron los yelmos y las espadas, y los gritos de horror de un campo de batalla pasaron a serlo de pasión en el de fútbol. Esa cercanía hizo que fuera precisamente un equipo palentino el que viera nacer a nuestra Cultural aquel 5 de agosto de 1923.
Palencia y León, debido a su cercanía han estado juntas en prácticamente todas las federaciones existentes en el siglo XX, incluso en una demarcación formada por Asturias, León y Palencia. A partir de los años 60 los enfrentamientos se intensificaron cuando Cultural y equipos de Palencia coincidieran más veces. Al Fábrica Nacional Palencia de los años 40, refundado como Club Deportivo Palencia se unirá el Castilla de Palencia, en los años 80 el Cristo Olímpico o CF Palencia y en época más reciente, el Cristo Atlético. Las numerosas fundaciones y refundaciones del deporte rey en esta ciudad convierten a nuestro club y nuestra afición en testigo de las mismas. Esta semana, en forma de Deportivo Palencia, viviremos un nuevo capítulo de esta historia.
Este recuerdo, a diferencia de los anteriores, ha seguido una línea más histórica ya que no habíamos tenido oportunidad de hablar de lo que suponían estos partidos, y todo porque la ciudad castellana lo ha pasado mal en lo que a nuestro deporte se refiere. Por ello estas líneas van dedicadas a la afición palentina, por todo lo que han tenido que pasar. Ojalá esta aventura que están viviend sea la definitiva, y algún día La Balastera pueda ser el epicentro de la ilusión de esta ciudad, pero de ser así, que sea a partir del jueves.
Por Rodrigo Ferrer Diez