Recuerdos del Culturalismo: El arbolado principio de todas las cosas.

Estamos en tierra y en época del año de filandones. ¿Qué pasa si hoy hiciéramos uno? ¿Y si realizáramos un viaje en el espacio y en el tiempo? Vamos a intentarlo, en el espacio, a una cocina de carbón de las de antes, en el tiempo, nada menos que los años 20, a la infancia futbolera de esta ciudad.

Ahora que estamos todos en torno al calor de la lumbre tengo que reconocer que más de una vez he tratado de imaginar cómo sería todo, cómo sería aquella ciudad oscura, en la que todas las casas eran de baja altura, y entre ellas destacando, alta y orgullosa, el símbolo de la historia leonesa. Cómo sería bajar de los pueblos a un punto común. Cómo sería ver llegar los trenes tanto a la Estación del Norte como a la de Matallana, cómo sería bajar (andando quizás) desde pueblos cercanos como el mío, porque culturalistas de Trobajo del Camino los hubo siempre. Así llegábamos a El Parque. De aquel campo decimos en la web lo siguiente:

Desde que en julio de 1922 el presidente de la Cultural, Miguel Díez Canseco, pidiera al Ayuntamiento de León un espacio en el que construir su campo, hasta la llegada al estadio de El Ejido en 1948, la Cultural recorrió muchos rincones de la ciudad. Primero fue El Parque, donde ya existía un campo de juego municipal, ubicado a las afueras, sobre la zona hoy conocida con el mismo nombre.

Y una vez allí, cómo sería ver aquellos choques de onces de cinco delanteros, ver a los señoritos en traje, a las damas con aquellos sombreros tan de la época, a los compañeros de partida, la sombra de los árboles,  los fumadores? en el fondo, por suerte quizás, esa hermandad ha llegado a las gradas del Reino. Quizás alguno de aquellos compañeros soñara con el futuro, con cómo sería esto dentro de los casi 100 años que han pasado desde entonces. Les diríamos que ahora nos toca a nosotros, nos toca mantener el fuego de entonces encendido, esta vez en las gradas del Reino.

Y aquellos partidos? cuando el rey era Alfonso XIII y luchábamos porque fuera esa majestad el que nos diera el entonces trofeo más preciado. Y ver a esos equipos grandes que salían en los periódicos, el Celta de Vigo, el Sporting de Gijón? eventos que de alguna forma ponían a nuestra coqueta ciudad de moda. Pero siempre con el alma de como eran las cosas entonces, con aquellas camisas gordas y aquellos pesados balones.

¡Qué atrás quedaron los años 20! Ya no hay quien recuerde aquellos días, momentos extraños, lejanos, muy lejanos para nosotros, para una afición que camina firme hacia el centenario. Y aún así, aquellos días nos pertenecen. Ha sido divertido, no será el último filandón que hagamos.

Por Rodrigo Ferrer Diez

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