No podemos engañarnos, ni nosotros, ni nuestros vecinos de El Toralín. Aquella cálida mañana de verano en la que se publicó el calendario de la temporada presente nuestros ojos se fueron a los derbis, a la ida y a la vuelta. Este domingo es uno de esos días que hacen historia, es el día del derbi.
Hace 19 jornadas, en el Recuerdo previo al primer enfrentamiento, hablamos de cómo se gestó la rivalidad que hoy Cultural y Ponferradina viven. Sin embargo la nuestra tiene una peculiaridad ante otras rivalidades, la unión. Hay muchos nombres que saben lo que es defender ambos escudos (en el verde o en el banquillo), pues la N-VI siempre fue una artería de fútbol de ida y vuelta para uno y otro lado de El Manzanal. Ejemplos hay muchos: José Diez, Jorge Carracedo, Miguel Ángel Álvarez Tomé, Jesús Tartilán y en épocas más recientes, Adán Gurdiel. Hoy vamos a pensar una figura que significó algo muy especial lo mismo para las gradas del Antonio Amilivia como para las de Fuentesnuevas: nos referimos a José Carrete.
Después de su excelente carrera durante los años 70 en su Real Oviedo, diez años después de su retirada pasó a los banquillos del Lenense, de ahí al Vetusta y al Real Oviedo. Terminada su etapa en el Carlos Tartiere arribó a León de la mano de Manuel Rodríguez en el otoño de 1987, con la liga empezada. La misión de Carrete estaba clara, asentar la categoría en la que la Cultural era aún inexperta para con el tiempo pensar en un ascenso a Segunda más complicado con nuevo formato de cuatro grupos en la categoría. En su primera temporada se dio una situación parecida a la actual: el Cultural-Ponferradina fue en la primera jornada. En su segunda temporada tuvo a su cargo a una joven plantilla que mantuvo sin problemas la categoría. Cerró los 80 y entró en los 90 en una temporada en la que todos estaban más pendiente de los cambios de directiva que goles. La 90-91 supuso la cuarta y última temporada en el Amilivia, convirtiendo al técnico Turón en uno de los más longevos de la historia de nuestro club. En estos años, Carrete tuvo que gestionar los problemas internos de falta de instalaciones y la dureza de esos medios con los externos, causados por el constante «tira y afloja» entre Ayuntamiento y Cultural.
Tras pasar por Ourense y Langreo arribó a una Ponferrada que entonces militaba en Tercera División. Cuando Carrete dejó la Cultural, su nuevo destino era uno de los equipos más temidos de la Segunda B, de hecho en su primera temporada en la Cultural, la Deportiva llegó a disputar la Fase de Ascenso a Segunda, pero las cosas habían cambiado mucho, había pasado una década desde entonces. Con estos antecedentes el objetivo marcado por la directiva de Delfrido Pérez estaba claro, devolver a la Deportiva a Segunda B. Durante esa temporada 97-98 Carrete hizo de Fuentesnuevas un fortín, clasificándose sin problemas para la Fase de Ascenso, pero no ascendiendo por el golaveraje en un grupo formado por San Sebastián de los Reyes, Compostela B y Universidad de Oviedo. Pero había que seguir intentándolo pues ese seguía sin ser el sitio de una Ponferradina cada vez más grande, por lo que comenzó la temporada 98-99 pensando en darle el empujón definitivo. Sin embargo no fue él quien culmine el ascenso, siendo un hombre de la tierra como Jesús Tartilán el que recoja lo sembrado por el bueno de Pepe, abriendo una de las mejores páginas de la historia de la Deportiva.
Carrete no volvió a pasar por los banquillos de El Bierzo, sin embargo sí pudo visitar León por última vez, en concreto el Área Deportiva de Puente Castro al frente de la Gimnástica Torrelavega en la temporada 2000-2001. Más allá de lo que pudimos aprender de él en el terreno de juego o en la pizarra, hay que destacar otra cosa, la pasión, el trabajo, el poner cariño a una profesión, a un deporte. José Carrete, igual a uno que a otro lado, fue nervio puro, fue todo un corazón. Dicen que tras un partido en el Amilivia le dio una taquicardia del empeño que ponía en el banquillo. Normal dar estos sustos, pues ese corazón late para dos cosas, para la persona y para el fútbol. Todo un ejemplo.
Por Rodrigo Ferrer Diez