Recuerdos del Culturalismo: La ilusión de abrir un sobre

El fútbol tiene una relación directa y muy importante con la infancia, tanto que no somos capaces de entender el uno sin la otra. Aunque sea para decir “no me gusta el fútbol”, hay un protagonismo especial del deporte rey en los primeros años de nuestra vida. Esta unión se presenta de muchas formas, una de ellas, quizás por la que más culturalistas hayamos pasado, son los cromos.

Probablemente aparecen con el propio fútbol, en nuestro caso, tenemos ejemplos de la Cultural anteriores a la Guerra Civil. Hay que pensar que su nacimiento coincide con el momento en el que no existen los medios de comunicación como hoy los conocemos, los periódicos, por motivos obvios de espacio, no sacan siempre a todos los jugadores y las radios son más bien pocas pocas. ¿Qué forma hay de conocer el rostro de nuestros héroes? Pues solamente este, y si además podía convertirse en un juego, pues mejor aún.

De divertimento pasa a grandes colecciones que temporada tras temporada llenan de ilusión a los aficionados más jóvenes. Además hay otro trasfondo, el del orgullo. Cuando uno es aficionado a un deporte es porque siente afición, amor y orgullo por un equipo, y ver a la Cultural en un álbum significa dos cosas: la primera, estar en la élite, y la segunda que nuestras figuras, nuestros Ovalle, Marianín y compañía, están presentes en todos los patios de los colegios de España, otra forma de dar visibilidad no solo a la Cultu, sino a León. Además con estos álbumes uno puede seguir la trayectoria de su ídolo, de un conocido, o de los jugadores de la tierra, ¿qué más pedir?

En los años 80 y sobre todo en los 90, los cromos como los entendemos clásicamente, como estampitas del balompié evolucionan, terminan por reducir su tamaño lo suficiente como para ser colecciones en los chicles, o incluso para convertirse en juegos de cartas con la necesidad de desplegar estrategias tan sofisticadas como las militares. La lástima es que en este cambio, por motivos de categoría, nuestra Cultu no está todo lo presente que nos gustaría.

Este problema, obviamente, lo tuvieron muchos clubs, entonces surge la pregunta, ¿por qué no sacar nuestra propia línea? ¿Por qué no ser nosotros los protagonistas de nuestra propia colección? Ahora esta pregunta es una realidad, una parte más de una identidad culturalista que cada vez goza de mejor vida. Ahora no solo los más pequeños, sino los nostálgicos, podremos volver a la emoción del intercambio de nuestros héroes, que van desde Gallar hasta los prebenjamines. Esta es una de esas pocas (pero muy valiosas) cosas que sobrevive a los tiempos que corren, a internet, a todo. ¿Quién no tuvo un álbum de cromos? ¿Quién no quiso alguna vez un cromo que no pudo tener? Este pasatiempo sigue existiendo, y con él, la misma ilusión a la hora de abrir un sobre, y si es con nuestro escudo, mejor.   

Rodrigo Ferrer Diez

Historiador de la Cultural y Deportiva Leonesa

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