Vivimos en una tierra bendecida por todos esos elementos que nos definen: nuestro patrimonio, nuestra historia, nuestras ciudades y pueblos, nuestras tradiciones, nuestros paisajes? Sin embargo estos elementos no tienen por qué ser exclusivos de aquí. De todos ellos hay un hándicap fundamental para entender qué es León y qué es la Cultural, algo muy natural, el frío.
León es una de las tierras más frías de España, pero hoy no vamos a hablar de lo que cuesta desplazarse al estadio en invierno. Como todos los años, por estas fechas la afluencia baja, tampoco se puede pedir mucho en una grada que no en pocas ocasiones baja de los cero grados. Sin duda es muy meritorio sentarse en los gélidos asientos del Reino de León, pero si hay algo que pueda serlo más es el hecho de salir. Si es meritorio ir al Reino y luchar contra el frio, más lo es hacerlo fuera.
El frio nunca detuvo a los leoneses y culturalistas a llevar en volandas a los suyos fuera donde fuera. A mediados del siglo pasado, sin duda el gran enemigo que había en este sentido eran los puertos nevados, algo de especial importancia cuando se jugaba en Asturias, donde ni la nieve de Pajares podía separar a plantilla e hinchada. No hay que pensar sólo en Oviedo y Sporting, sino en rivales (y por tanto viajes) como Caudal de Mieres, Marino de Luanco, UP Langreo, Turón, Vetusta? y no sólo la nieve, sino la lluvia complicaba viajar. La parte bonita de esta historia es que la nieve en Pajares de época de Ovalle, Villafañe, Marianín y compañía, o la lluvia cayó en Luanco en la temporada de Javier Cabello, se combatía con el mismo arma: la pasión por un escudo.
En la vecina región de Castilla sucedía lo mismo, el viento de los Anexos de Zorrilla o Aranda, el gélido ambiente de Palencia o lo complicado que puede ser visitar en invierno la capital histórica de esta región no eran excusas para no viajar. Ni la nieve soriana en Tercera, ni la gélida altura de Ávila pudo detener el ansia de esta hinchada por llevar a su club a lo más alto.
Ya en tierras leonesas, los problemas fueron los mismos, en cualquiera de las tres provincias. En los años en que la provincia de León contaba con muchos clubs en la misma categoría de la Cultural, no había forma de parar los desplazamientos. Daba igual la nieve, la niebla o el hielo que hubiera en El Manzanal, Ponferrada, Toreno, Vega de Espinareda o Fabero debían acoger a los visitantes blancos. Tampoco importaba los centímetros de nieve que camino de Villablino, Sabero o Ciñera.
Aquello no ha cambiado, es una de esas pocas cosas que el fútbol moderno no ha podido arrasar, por eso aunque haya una espesa niebla en Santander, caiga una violenta lluvia sobre Ferrol o los cientos de kilómetros que separan León de Navarra estén helados y cerca de la decena de grados bajo cero, el amor por la Cultural es lo suficientemente caliente para hacer el viaje más llevadero, y sobre todo, para continuar esta leyenda que hoy vivimos.
Por Rodrigo Ferrer Diez