Recuerdos del Culturalismo: Robo

Me vais a permitir que esta vez, y sin que sirva de precedente, alterne la historia con el recuerdo propio. 2002 fue un año que recuerdo con especial ilusión. Porque todo era ilusión entonces. Tiempos bueno que, quién lo iba a decir, ya quedan nada más y nada menos que veinte eneros atrás.

Aquella Cultural era muy diferente a la de ahora, aunque también es cierto que mucho más reconocible sobre todo por un detalle, aquella 2001-2002 sería la primera que disputaríamos íntegra en la que hoy –y ojalá por un siglo más– es nuestra casa, el entonces llamo Nuevo Antonio Amilivia. Era todo perfecto, un nuevo hogar, un proyecto muy leonés… días bonitos para soñar con un ascenso que llevaba más de 25 años escapándose. Aquella Cultural dirigida por Miguel Ángel Álvarez Tomé lo intentaría. Fue un año muy bueno con victorias tan épicas como el 5-3 ante la Ponferradina. De aquel tiempo no podemos dejar de nombrar a dos pilares ya no solo de nuestro club, sino de nuestro fútbol, en aquel medio del campo incontestable mandaban Ángel Luis y Villafañe. Además, aquí se forjó el primer paso de la primera leyenda de nuestro nombre en la Copa del Rey eliminando al Racing de Santander de Primera y mirando cara a cara al “euro-Dépor”.

La única pega a aquella campaña fue el papel jugado en el momento más importante: la Fase de Ascenso. Todo lo construido durante los duros meses de temporada se perdieron en aquel grupo formado por Getafe, Motril y Hospitalet. No pudo ser. Pero la ilusión no decayó. Al final, un leonés nunca se rinde.

Era año de mundial y aquella cita suscitó en España una ilusión como nunca antes. No es que antes no la hubiera. Ese grupo compacto, el cariño que se tenía al seleccionador José Antonio Camacho. Ese debía ser nuestro momento. Aquello era diferente, el horario asiático, compartir dos sedes (Japón y Corea del Sur), estadios con diseños nunca vistos… Era bonito, extraño, exótico… diferente.

España quedó encuadrada en el grupo B junto a Paraguay, Sudáfrica y Eslovenia. Éxito rotundo. No sin mucho esfuerzo, nuestra selección pasó primera de grupo imponiéndose a todos los rivales. Aquellos nueve puntos eran muy diferentes a la imagen de España en la cita anterior. Y sobre todo, hacían soñar. El 16 de junio de 2002 España se enfrentó en Octavos a Irlanda en un choque que tuvo que decidirse en los penaltis. Se pudo pasar, y nos plantamos de nuevo en cuartos, nuestra maldición.

Entonces llegó lo más temido, más incluso que Brasil, nos tocó uno de los anfitriones, Corea del Sur. Ya su partido de octavos había sido polémico ante Italia. Ahora nos tocaba a nosotros. Las imágenes de aquel día están ahí, al alcance de todos. Ese 22 de junio, a España se le privó de manera injusta de la posibilidad de disputar la semifinal, de alcanzar el mayor de sus éxitos desde aquel lejano 1950. Solo diré que aquel gol, que ha pasado a la historia como “el gol de Joaquín” (aunque él fue el que dio en centro sobre la línea), es el símbolo de aquella impotencia y frustración. No importaron los penaltis, no importó nada. Nos robaron el partido y la ilusión. Pero una cosa quedó clara, oficialmente éramos candidatos a todo. ¿Qué hubiera pasado? ¿Derrotaríamos a Alemania? ¿Cómo encararíamos un choque contra aquel Brasil del mejor Ronaldo? Quién sabe… Pero bueno, como en su día dijeron en El Ministerio del Tiempo, “dejemos las cosas como están”.

Rodrigo Ferrer Diez

Historiador de la Cultural y Deportiva Leonesa

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