Toda una vida – Santos Morilla

Cincuenta y tres años entregado al fútbol, más de cinco décadas velando por los más pequeños de la cantera leonesa y al soplar las velas de este aniversario su deseo es poder seguir disfrutando muchos años más de lo que más le gusta en esta vida, el fútbol.

 

Santos Morilla lleva toda una vida ligado al fútbol, y aunque empezó como jugador en el Saeta Rubia, entrenada por Rafael Quintero, pronto se dio cuenta que su verdadera vocación era estar en los banquillos como entrenador. Toda una vida de entrenador sin un carné que lo acredite, pues como cuenta con una sonrisa en la boca Morilla “en Valladolid me dijo una persona que mientras él estuviera allí no vengas a sacar el carné de entrenador, así que llevo toda la vida en los banquillos como delegado, utillero?y así sigo.” Sus comienzos al mando de un equipo fueron en la temporada 62/63 en Puente Castro, tras iniciativa de Portomeñe, hasta el año 66; de ahí saltó al Atlético León y una temporada después volvió a sus raíces. Su primer sueldo llegó en la temporada el San Esteban en el 69/70 siendo el señor Arias presidente recalando posteriormente en la Cultural ascendiéndola a División Nacional. La Peña, Cultural y Puente Castro fueron sus derroteros hasta volver nueva y definitivamente a la Cultural.

Uno de sus mayores orgullos durante todos estos años fue ver como tres de sus jugadores fueron internacionales, concretamente, Luis Cembranos, Andoni Cedrún y Abel.

 

Mil y una anécdotas se agolpan en su memoria, “me pongo a rebobinar y pienso que hay muchas, siempre con un buen recuerdo porque lo bueno hace amistades.” Con esa ilusión y esas ganas de ver a los niños felices y disfrutando de lo que hacen es lo que sigue moviendo a Santos Morilla hoy en día, con más alegría aún que en los inicios.

 

Una vida en los banquillos compaginada con su labor en el Hospital y en los centros médicos de José Aguado y Eras de Renueva, en el que su mayor apoyo fue y es su mujer “la que aguantó carros y carretas a su lado”.

 

En la actualidad es Presidente de Honor del fútbol base, puesto del que fue nombrado por sorpresa en el momento que quería dejar el mundo del fútbol. Cargo del que está muy orgulloso y del que le agradece mucho a Felipe Llamazares por dejarle claro que “tú mientras que yo esté aquí no te vas porque estás haciendo una labor muy digna”.

 

El futuro de la base lo ve con mucho optimismo pues “hasta ahora está montado fenomenalmente: han traído un director deportivo de otra galaxia, Roberto es un hombre de fútbol base que sabe lo que hay en León y todo lo que he pedido para los niños ahí está. He visto un cambio de 180º grados en la Cultural en beneficio de los jugadores, y espero que todo esto siga así.” Además “para los niños y para mi es muy ilusionante ver a los jugadores del primer equipo implicados con la base colaborando en los diferentes equipos y que Juan Ferrando los sábados venga a ver los partidos de los niños; es algo muy grande.”

 

“La ilusión y la idea es que a la vuelta de tres años todo el fútbol base esté en la máxima categoría, para mi sería todo un orgullo que esto sucediera”, con este mensaje pone un punto y seguido en su día a día, en ese en la que la sonrisa se lo dibujan cada uno de los niños que componen la base de la Cultural.

 

“Encantador con los niños y enamorado del fútbol” son las palabras que mejor lo definen según las personas que han convivido y disfrutan con él desde los inicios.

 

Luis Ballesteros, ex jugador y actual delegado de equipo de la Cultural, guarda muy buenos recuerdos del que fue su entrenador en la Cultural. Para él Morilla “era una persona que siendo niños nos daba mucho respeto por lo que significa, nos daba mucha seguridad. Para nosotros en aquella época sería lo que llaman ahora educador”. Con una sonrisa de nostalgia siempre recuerda como “cuando entrenábamos en el antiguo Antonio Amilivia nos escondíamos en las puertas de acceso y siempre aparecía a nuestro lado cuando menos nos lo esperábamos preguntándonos que hacíamos allí parados”

 

Roberto,  actual coordinador de la base culturalista, recuerda a su entrenador en el Puente Castro como “muy exigente, que le gusta exprimir a sus jugadores y que logra sus exigentes; siempre comprendiendo a los jugadores siendo respetuoso. El recuerdo que “guardo con más cariño cuando se empezó el idioma anglosajón aquí a un jugador que estaba por delante de la defensa ponte de stoper de stoper y creo que hoy en día aún no sabemos que significa.”

 

Morilla, un hombre de fútbol.

 

 

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